Y empieza a faltar la magia que brotaba de todos los rincones de la ciudad. El paraíso se hace pequeño e incómodo. Sin embargo, la idea de hacer un asadillo con Fran Y Ta sigue en pié. Y el día colabora a las mil maravillas para que todo se de de la mejor manera. Salimos en dirección a las playas de camping y de kitesurf, la Playa de los Lances, donde se estaba llevando a cabo un campeonato internacional.
Nos dieron un mapa y quedamos en ir a una pequeña playa escondida para poder hacer el asadillo y tomar el sol en calma, sin tanto viendo. Y así llegamos a Zahara de los Atunes, no sin antes de pasar por el Campo de Molinos.
Los molinos danzan entrecruzados, elaborando mandalas imaginarios. Y tú, que Facinas! Ese es el nombre de la ciudad que descansa frente al Campo de Molinos. LLegamos a la playa y la vemos desde el faro. Luego bajamos hasta sentir la arena blanca y nos damos cuenta que estamos en una reserva natural.
El asado se ve amenazado una vez más. Pero lo que hacemos es buscar un buen sitio donde no vayamos a cometer alguna imprudencia y nos ponemos manos a la obra. Nos quedó delicioso; asamos Pollo, Carne y unos choricillos. Deli deli.
Dejamos la reserva y comenzamos nuestro regreso a Tarifa. La arena esculpida por el viento simulaba pequeñas dunas.
Volvimos a pasar por el Campo de Molinos. Una melancolía del saber que el ciclo Tarifeño estaba llegando a su fin nos invadió en el silencio de la carretera. Yo sabía que tenía que seguir mi camino independiente de todo lo que estuviera pasando a mi alrededor. Sólo podía estar agradecido con mis amiguillos por haberme acompañado en esta aventura, pero tenía que seguir mi camino.
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